AMSTERDAM
Dirigida por: David O. Russel. Protagonizada por: Christian Bale, Margot Robbie, Robert DeNiro Género: Comedia. Drama. Histórica Clasificación: R 2/5 Estrellas.
Esta cinta es una muy difícil de calificar. Pareciera que el director charoleó su nombre para convencer a medio Hollywood de aparecer en una película con un guión un tanto complicado, de ritmo lento, y con una comedia muy difícil de digerir. El problema es que, verlos a todos ellos en pantalla no necesariamente mejora la película.
Algunas actuaciones son una maravilla; como la de Christian Bale, quién nos presenta un personaje muy suyo, con sus modos y peculiaridades. Me pareció genial. Pero, opuesto a él tenemos a John David Washington que, por alguna razón, en todo momento parece que está a punto de soltarse en un ataque de risa, incluyendo los momentos serios. No le creí nada. Su actuación no es mala, es lo que le sigue. Margot Robbie lo hace bastante decente, sí, pero, si profundizamos en su personaje, quizá un guionista bien exigente diría que su participación no es tan necesaria.
Robert DeNiro es Robert DeNiro, y ahí no hay falla. Pero no sucede lo mismo con Chris Rock, que, aunque su aparición es breve, nos receta su mismo discurso de siempre. Los mismos chistes, el mismo estilo... nada cambia. El resto de los cameos ni suman ni restan, sino todo lo contrario.
En cuanto al guión, creo que abusa de los diálogos y cae en el pecado capital: no muestra, solo dice. Claro, no es de sorprenderse cuando se cuenta con un reparto de esta magnitud. En esos casos los directores pretenden, cual canto de sirena, deleitarnos con una serenata auditiva que le permita a los actores destacar mediante el uso del discurso. En esta ocasión no funciona del todo. Y hablando del ritmo, de pronto me dio la sensación de que, después de recitar sus diálogos, los actores esperaban la risa de la sala. Me sentí como en una obra de teatro.
Eso sí, la fotografía me pareció espectacular. Una maravilla. Los colores, las texturas, la atmósfera. Esa luz directa en el rostro que hace que los personajes parezcan sacados de un sueño me pareció fenomenal. De hecho me quedé a los créditos para averiguar el nombre del fotógrafo y, oh sorpresa, resultó ser nada menos y nada más que: Emmanuel “El Chivo” Lubezki.
Creo que esta película no es para todos, y para disfrutarla se necesita de un sentido del humor muy peculiar... acido e irónico. De pronto se siente como si la mezcla de géneros no estuviera bien calibrada, y eso, en mi opinión, es la espada que mata al toro.
¡MEH!