BARDO Falsa crónica de unas cuantas verdades.
Dirigida por: Alejandro González Iñárritu. Protagonizada por: Daniel Giménez Cacho, Ximena de la Madrid. Género: Drama. Clasificación: R — 1/5 Estrellas. Ya en Cines. Próximamente en Netflix.
Dura casi tres horas, pero se sienten como diez. Tengo qué decir la verdad, estuve a nada de salirme del cine en dos ocasiones. Mi tiempo vale y no lo regalo así nada más.
Si tuviera un peso por cada vez que alguien me dice: "te platico mi historia y puedes hacer una película" ya tendría una buena cantidad ahorrada. Pero la realidad es que, aunque todos pensamos que nuestra vida es lo suficientemente interesante como para adaptar una película, no todos tienen razón. Este es el caso de Alejandro González Iñárritu. No, su vida no es lo suficientemente interesante como para hacerle una película, y aquí está la prueba.
En un intento por contarnos su versión de lo que ha experimentado durante sus años de carrera como director de cine, los cuales ha vivido en su mayoría en los Estados Unidos, Iñárritu pretende hacernos creer que no todo ha sido miel sobre hojuelas y en realidad ha sido víctima de discriminación. Además, durante todos estos años ha sufrido del síndrome de identidad pues, allá no lo quieren por ser mexicano, y acá no lo quieren por haberse ido. Algo así como lo que se hizo en “Ni de Aquí ni de Allá”, de La India María, solo que más complicado.
Y en su intento por acomodar todas estas ideas dentro de una película, falla en lo más esencial e importante de todo: la estructura del guión. Claro, el guión nunca ha sido su fuerte pero, quizá hubiese sido buena idea que alguien talentoso lo asesorara. Porque amalgamar tantas situaciones dentro de tan poco tiempo da como resultado una cinta que es difícil de aguantar sentado, y que muy pocas veces tiene sentido. Sí, los visuales están de primera pero, cuando la historia falla, ni el mejor de los escenógrafos o fotógrafos puede salvarla.
Y sí, es cierto, como lo apuntaron las primeras críticas, la película peca de pretenciosa y exhibe a un Iñárritu con un ego del tamaño del mundo. Nada nuevo, en mi opinión, el señor siempre ha sido más pedante que brillante. Pero aquí se abre de capa y muestra su verdadero yo, y no deja lugar para interpretaciones.
Eso sí, la técnica no falla. Lo que sea de cada quién, el señor sabe rodearse de gente talentosa y que le suma a su visión. La fotografía es muy buena, y también los escenarios. De pronto se nota que le metieron cabeza a la producción, y eso se agradece.
Al final, esta es una historia que en realidad no es historia, pues no tiene una secuencia como tal. Más bien es un compilado de escenas y situaciones, unas verdaderas y otras falsas, que componen lo que intenta hacer pasar como una secuencia visual.