TETRIS
Dirigida por: Jon S. Baird. Protagonizada por: Taron Egerton, Nikita Efremov y Oleg Stefan. Género: Drama. Histórica. Biográfica. Clasificación: R — 4.5 de 5 Estrellas. En Apple TV+
“En 1988, Henk Rogers, un desarrollador y vendedor de videojuegos norteamericano, descubre el Tetris. Lo encuentra tan adictivo que apuesta su vida entera para obtener los derechos y darlo a conocer al mundo”.
Durante una convención en Las Vegas en donde participa como expositor con un videojuego de su propia autoría (uno que, por cierto, nadie conoce ni conocerá) Henk Rogers descubre el Tetris. Desde el momento que lo juega sabe que está frente a un milagro de la tecnología. Entonces decide apostarlo todo— su casa incluida mediante un préstamo con el banco— para adquirir los derechos y comercializarlo por el mundo. Negocia con los más grandes participantes de la industria, incluido Nintendo, quien le demuestra interés por asociarse. Pero Henk no es el único que anda detrás de los derechos de comercialización. Además, pronto se entera que a quienes les compró primeramente los derechos en realidad lo estafaron pues, ellos nunca tuvieron la propiedad, y no estaban facultados para venderla. Todo es confuso. Nadie sabe quién tiene qué cosa, y hasta donde pueden licenciar el juego. Cuando todo parece perdido, Henk descubre que los únicos que tienen los derechos absolutos sobre el Tetris es el gobierno de la Unión Soviética. Conociendo los peligros de entrar a negociar con un país comunista y anticapitalista, Rogers lo vuelve apostar todo para una última oportunidad de alcanzar la gloria.
Esta es un prodigio de historia. De ritmo acelerado, tiene la virtud de contagiarnos la ansiedad de todos los personajes involucrados en la odisea por conseguir cerrar uno de los tratos más importantes en la historia de la billonaria industria de los videojuegos. Está contada de una manera muy original, mezclando imágenes gráficas de 8bit con encuadres cinematográficos, dándole una vibra muy ochentera.
La dirección está muy bien realizada. Me sorprendió saber que detrás de las cámaras está Jon S. Baird quien, hasta ahora, no tiene nada excepcional en su currículum. Si acaso Stan & Ollie (2018) pero, nada que nos llevara a pensar que su siguiente producción sería algo de esta magnitud, y que lo haría tan impresionantemente bien. En mi opinión, con esta película somos testigos del despegue de una carrera que, seguramente, llegará muy alto. Recuerden ese nombre: Jon S. Baird. Y es que esta película es grandota, tamaño Hollywood blockbuster.
Las actuaciones, sobre todo la de nuestro protagonista, Taron Egerton, también están bastante bien. El reparto está muy atinado y pone cara y cuerpo a los involucrados en el meollo de aquellos tiempos. Esto lo comprobamos a la hora de los créditos, cuando aparecen imágenes reales.
El guion, a cargo de Noah Pink, quien prácticamente es un novato de la industria, es algo fuera de serie. Y mire usted que para hacer sentido de todas las peripecias y enredos que sufrieron los protagonistas de la vida real hay que joderse bastante. Aquí Pink supo hacerla, y nos deleita con una historia bien construida, con personajes bien desarrollados, y una estructura bastante fresca y atinada.
Esta historia, al igual que AIR, de Ben Affleck y Matt Damon, que entra a las salas de cine esta semana, es muy oportuna. Le explico: hoy en día las nuevas generaciones ya no creen en la meritocracia. Están convencidos de que el mundo les debe todo, y que el esfuerzo ya pasó de moda. No tienen ambiciones de llegar a ningún lado. En Tetris echan por la borda esas teorías de mediocridad, y nos presentan los beneficios de hacer hasta lo imposible por cumplir nuestros sueños. Aquí nos dan una probadita de lo que significa trascender, y ganarse un lugar en los libros de historia. Porque el mayor mensaje de esta película es precisamente ese: Después del trabajo incansable viene la recompensa.